Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre: “hicimos lo que pudimos ….. pero salió”

Mi padre me cogió en brazos y acto seguido me tiró al techo y dijo: “Si se queda pegado, es la placenta”.
Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo.
Mi padre llevaba en la cartera la foto del niño que ya venía en la cartera.

Pronto me di cuenta de que mis padres me odiaban: mis juguetes para la bañera eran una tostadora y una radio.
Una vez me perdí. Le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contestó: “no lo sé, chaval…… hay muchos sitios donde pueden esconderse”.

Trabajé en una tienda de animales. La gente no paraba de preguntarme cuánto iba a crecer.
Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron a mi padre un trozo de mi dedo. Mi padre dijo que quería mas pruebas .

El último deseo de mi padre moribundo fue que me sentara en su regazo. Estaba en la silla eléctrica. Un día me llamó una chica a casa diciéndome: “ven a casa, no hay nadie”. Cuando llegué a su casa no había nadie.
A mi mujer le gusta hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó a casa desde un hotel .
Una vez me iba a suicidar tirándome desde un décimo piso. Mandaron un cura para ayudarme. Sus palabras de ánimo fueron: “¡preparados, listos….!”.


            

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Categoría Cuentos, Humor negro

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